La presencia del padre como referente de la “norma” o la “ley” debe estar presente siempre en el interior de los hijos. Está comprobado que los padres comprometidos llevan a cabo una contribución única. Los padres pueden ejercer su influencia en una forma particular que las madres no lo hacen.
Las investigaciones indican que los niños con padres ausentes tienen mayores dificultades para encontrar el equilibrio en la afirmación y la moderación.
No sirve “cualquier padre”.Las vidas de los hijos mejoran enormemente si los padres están emocionalmente presentes y son capaces de ofrecer convalidación y consuelo en el momento de aflicción, y acompañar con alegría los logros.
A su vez, pueden verse muy perjudicados por padres que son abusivos, extremadamente críticos, humillantes o emocionalmente distantes.
La influencia del padre comienza a edad temprana.
“Los juegos de hoy son las conversaciones de mañana”
Los padres ejercen su influencia en los niños fundamentalmente a través del juego: suelen pasar un porcentaje muy elevado de su tiempo compartiendo actividades lúdicas. El estilo “rudo” de los juegos ruidosos de papá, abre el camino para ayudarlos a conocer las emociones.
El tiempo invertido en jugar, una forma de comunicación apropiada para la niñez, se transformará durante la adolescencia en momentos de charla íntima. Difícilmente un padre que no comparte espacios con su hijo desde pequeño logre, de buenas y a primeras, llegado el momento de “la palabra”, un diálogo fluido.
Desde niño, el hijo aprende a mirar y reaccionar a las señales de su papá para vivir sus experiencias. Si se lo anima y motiva, actuará ante sus compañeros de forma relajada y confiada cuando sociabilice. En cambio, si se lo humilla y solo se repara en sus puntos débiles, es muy probable que presente una mayor tendencia a buscar dificultades.
Actualmente se percibe que el papel del padre está cambiando: se reclama que proporcione otro nivel de protección, uno que pueda alejar a los hijos de fuerzas destructivas como las de algunos grupos, el abuso de las drogas y la promiscuidad sexual.
La seguridad de los hijos se basa en el hecho de que el padre esté presente, tanto desde el punto de vista emocional, como físico.
Para lograrlo, se deben tomar las medidas necesarias para ponerse a disposición de los hijos: estructurar la vida laboral y social de modo de poder dedicarles más tiempo y atención.
Autor: Adriana Ceballos de su libro “Mi hijo no”
Enviado por Edith y Guillermo Zapata, delegados zonales zona Cuyo.